Los ritmos de Veracruz son tan variados y extensos como su territorio y sus paisajes. La particular alegría de su gente y su único modo de expresarse nos ofrece un lindo y radical viaje que nace desde el poético Danzon hasta el Chuchumbeé. Sus sones se viven de día y de noche, a la orilla de los ríos, a la luz de la luna, con el hechizo del viento. La tarima se escucha y anuncia la fiesta improvisada donde las bailadoras se enamoran con el firme zapateo de los varones. Reminiscencia negra que vive en los corazones y hace resonar con mayor fuerza la tarima a la que los bailadores se entregan atrapados por la magia de los versos.Exuberancia llena de calor y de jolgorio, taconeo interminable y exquisito de los jarochos del puerto donde los bailarines se mezclan y se confunden en una fiesta que parece eterna.“… El ciclo nunca termina, la vida renace ahora; con el brillo de la aurora el descanso se termina …”